dimecres, 12 de març del 2008

Suplementos culturales

Los suplementos culturales son el escaparate de aquello que supuestamente interesa o puede interesar a la sociedad o entorno en que se publican. Los suplementos culturales electrónicos son una fuente muy práctica para todos aquellos interesados en hacerse una idea de lo que día a día constituye la realidad cultural, para participar en ella y a su vez conformarla.
He seleccionado el suplemento cultural del diario Le Monde para ejemplificar lo que personalmente creo que es un suplemento electrónico efectivo. Cada persona capta y percibe de formas diferentes, pero en general todos seguimos algunos puntos comunes a la hora de mirar y buscar por la red.
Creo que este suplemento es claro, esquemático y práctico, en definitiva, un suplemento para el que no necesitas ser demasiado ávido, simplemente necesitas saber lo que buscas y fácilmente lo encuentras. Aun así, sin saber que es lo que quieres buscar puedes hacerte una fácil idea de lo que ofrece ya que en portada encuentras, de forma muy ordenada, un poquito de todo, pinceladas a partir de las cuales decides si te interesa o no la oferta. Por lo que parece ofrece artículos vinculados a eventos de actualidad y ofrece todo tipo de información sobre éstos, desde horarios y precios hasta opiniones varias.
Creo que lo que hace de un suplemento, un buen suplemento es, además de su contenido, y especialmente en los suplementos electrónicos, su forma. El suplemento cultural de Le Monde reúne ambas características, aunque sobre gustos, ya se sabe, no hay nada escrito.

http://www.lemonde.fr/web/sequence/0,2-3246,1-0,0.html

Banksy, el artista desconocido

Banksy es la firma de numerosas creaciones de un anónimo personaje, obras de arte numerosas y polémicas.
Las calles de Bristol fueron las que vieron nacer las obras de Bansky, más tarde algunas calles de Londres se harían con otras pocas y, ahora ya, diversas ciudades del mundo poseen pinturas de Banksy.
Las pinturas Banksy son polémicas por su contenido altamente crítico, por su tono directo y acusador y por aparecer en espacios públicos a la vista de cualquier persona. Banksy no ha revelado jamás su identidad a los medios y ello contribuye a que sus obras se consoliden como un fenómeno inquietante, o si más no curioso.
En un mundo globalizado en el que los medios de comunicación podrían y deberían ser la principal herramienta de las sociedades para coordinarse, organizarse y mejorar sus formas de vida, para criticar y proponer lo que hay y lo que podría haber, surge la necesidad de utilizar otros espacios para el mismo fin. Banksy utiliza los espacios públicos para denunciar lo que los medios no denuncian, para decir lo que nadie se atreve a decir o lo que nadie quiere decir. El anonimato solo parece una forma más de corroborar que no somos libres de decir lo que queramos, que el que va contra lo que interesa a unos pocos puede ser castigado o simplemente no recompensado (el mero hecho de excluir o reconocer es ya una forma de castigo o recompensa).
Cuando lo privado y sus inetereses se sobreponen al mundo entero, las sociedades buscan siempre formas alternativas de expresarse, la libertad de expresión es un derecho porque es una necesidad, y no puede privarse. La privación supone la aparición de fenómenos como el de Banksy que se presentan como inusuales por la incoherencia de lo usual.